Editorial "Nos están dejando afuera"
En nombre de la eficiencia y rentabilidad los dueños del régimen global de producción “reestructuran” la producción concentrando mercados y dejando en la marginalidad al pueblo trabajador. En ese marco, nuestro país tiende a posicionarse como proveedor de materias primas, proceso apalancado por la estafa de la deuda a costa de las condiciones de vida y trabajo.
En nuestro suelo, hoy bajo el nombre de la “destrucción del Estado” se esconde el mismo programa de endeudamiento y saqueo de las oligarquías financieras del mundo y sus aliados locales al pueblo trabajador. Buscan nuestro desarme material, nuestros recursos y riquezas. Así se comprende la apertura indiscriminada de las importaciones y el ataque focalizado a la industria y la clase trabajadora de Tierra del Fuego. También que, pese al permanente endeudamiento e ingreso de dólares por las exportaciones de materias primas minerales, energéticas y agrarias, las condiciones de vida empeoran.
En ese marco, los que no trabajan -un núcleo de ricos dispersos por el mundo- pero concentrados en Estados Unidos, Europa y China, viven de manera lujosa y ociosa gracias a la cotización y valorización de su capital en las bolsas del mundo, y a las grandes fortunas heredadas. La contracara somos las masas de trabajadores que cada vez perdemos más en la distribución del excedente, y somos descartados.
Bajo esta lógica, los bienes comunes como tierras, minerales y conocimiento, y el producto de nuestro trabajo, es apropiado por unos pocos. A menos que podamos juntarnos, organizar el grito e imponer otra política de desarrollo social como pueblo trabajador, el futuro no parece un lugar en el que todos podamos vivir bien.