Análisis/ Guerra global, guerra imperialista
En la década de 1990, los capitalistas globales de Estados Unidos migraron a explotar fuerza de trabajo más barata, y expandieron la idea del “fin de la historia" posguerra fría. A la par, del otro lado del mapa fueron ascendiendo las fuerzas multipolares con eje en China-Rusia (OCS, BRICS, Nueva Ruta de la Franja y la Seda, etc), desafiando la hegemonía yankee.
Detrás de las potencias que encabezan cada proyecto neoimperialista, los fondos comunes (Vanguard Group, Black Rock, State Street, Pinpoint Asset Management, Franklin Templeton, Pimco,
Fidelity) y bancos de inversión (HSBC, Citibank, Barclays, JP Morgan, Goldman Sachs, Bank Of New York
Mellon), toman la iniciativa.
La cualidad imperialista del capital de ocupar y controlar territorios es tan ineludible como la guerra, ya que hay un solo planeta para hacerlo.
Como en la Primera Guerra Mundial, la guerra es imperialista por el re-reparto
del territorio global, ahora con una hiperconcentración del capital financiero.
Los aranceles, una cara de la guerra en curso
En la lucha por definir el nuevo orden, también pelean las fracciones locales productivas yankees, empresas del complejo energético del carbón y petróleo representadas por Trump, por ejemplo, que ahora buscan repatriar inversiones. Una de las iniciativas fue la guerra de aranceles.
Según la propia administración de Aduanas de China, en mayo las exportaciones chinas hacia Estados Unidos cayeron un 12,7% en comparación con abril, pese a que tuvieron una suba neta del 4,8%. En este sentido, Joan Tristany, de AMEC (asociación de empresas transnacionales de España), durante la presentación de un informe anual mostró la preocupación por la “invasión” de productos chinos (...) ya que ahora“...tendrán que venir a Europa".
En ese marco, haciendo gala del creciente despliegue multipolar, Zhiwei Zhang, jefe del fondo de inversión chino, Pinpoint Asset Management (con sede en Hong Kong) alertó que "La guerra comercial entre China y Estados Unidos condujo a exportaciones significativamente más bajas a Estados Unidos, aunque el daño fue compensado por las fuertes exportaciones a otros países (...).
La guerra en territorio de Ucrania
Desde 2022, la escalada bélica cortó el suministro de petróleo, gas y carbón desde Rusia a Europa, y frenó la construcción del gasoducto Nord Stream 2 (conectaba Rusia y Alemania), que estaba en sus etapas finales. El propio Trump reconoció en una reciente conferencia de prensa con el canciller de Alemania, Friedrich Merz, “yo fui quien terminó con el Nord Stream 2”.
Lo cierto es que, en España, por ejemplo, el Boletín Estadístico de Enagás (empresa transportadora de gas), informó en abril un récord histórico de venta de gas desde EEUU: envió 14.463 GWh de GNL a los puertos españoles, un 44% del total y seis veces más que en 2024. Además, con Trump, por primera vez EEUU reemplaza a Argelia como proveedor de gas.
… y en suelo iraní
El 12 de mayo, funcionarios de los ferrocarriles nacionales de Irán, Kazajistán, China, Uzbekistán, Turkmenistán y Turquía se reunieron en Teherán para discutir una red ferroviaria que conecte a los seis países con Europa. El proyecto -pilar estratégico en la expansión de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China- pretende facilitar el transporte de mercancías y el desarrollo económico de la región.
En ese marco, el 25 de mayo, llegó a Irán el primer tren de carga desde la ciudad de Xi’an, al este de China, y descargó en el puerto seco de Aprin, cerca de Teherán. Quizás por esto el Estado yankee recordó las armas nucleares de Irán; apoyó el bombardeo de Israel del 13 de junio -como reconoció accidentalmente Ted Cruz, senador republicano de Texas, en una entrevista- e invadió sus planteas de desarrollo nuclear hace unos días.
El tren permite evitar el estrecho de Ormuz (rojo) y el Canal de Suez (verde),
controlados por EEUU.
El deterioro de las condiciones de vida que palpamos en nuestro territorio es parte de esta guerra global entre distintos proyectos por ser hegemones de un nuevo orden. En ese marco, a menos que definamos un proyecto soberano, América Latina está destinada a aceptar un desarrollo desigual.