Editorial. Que esta vez sea diferente.
En 1971 Estados Unidos abandonó el patrón oro y puso fin a la paridad oro-dólar iniciada en Bretton Woods en 1944. Así habilitó una fase de expansión financiera que hoy continúa, sin un necesario respaldo en la “economía real” (el propio FMI advirtió recientemente que la deuda pública global casi duplica el PBI global). Desde entonces vivimos en el juego y bajo las reglas creadas por los grandes bancos y fondos comunes de inversión globales (FCI) como Blackrock, Fidelity, Templeton, Pymco, entre otros. Estos fondos gestionan dinero de inversores y ahorristas a escala global, para “invertirlo” en bonos de deuda de los Estados y acciones de empresas que se valorizan en las grandes bolsas del mundo (Wall Street, Hong Kong, Londres, Buenos Aires, etc). Magnates megamillonarios como Zuckerberg (Meta) o Musk (Tesla) juegan bajo el arbitrio de estos FCI que deciden sobre los movimientos de dinero, y pueden tener “pérdidas” temporales como, por ejemplo, post aranceles de Trump. La ...