Editorial. ¿Lo viejo funciona? Entre vampiros globales y larvas locales
A fines del siglo XIX se iniciaba lo que el historiador marxista e inglés, Eric Hobsbawm, denominó la “era del imperio”, una etapa signada por la exportación de capitales, y reparto del mundo entre las grandes potencias europeas. La organización del Estado-nación argentino y su penetración material e ideológica en el territorio barrió con pueblos enteros y los incorporó como fuerza de trabajo al mercado capitalista. Diversas fracciones del capital financiero internacional, centralmente británico, se beneficiaron de la disponibilidad de mano de obra y las garantías jurídicas. 
Divide y triunfarás
Desde entonces el capitalismo necesita expandirse y mercantilizar un planeta que es finito. Así, la guerra por el re-reparto de los territorios y las zonas de influencia es permanente en un régimen donde cada vez menos grupos concentran más poder: Fondos Comunes de Inversión (FCI), neoimperialistas (Blackrock, Templeton, Fidelity, Greylock, entre otros). Estos actores cobraron mayor relevancia global a fines del siglo XX, manejan más riquezas que países enteros con acciones y funcionarios en empresas, bancos y Estados. Semejante dominación requiere fragmentar posibles oposiciones: la de trabajadores y países vecinos.  
El canal de Panamá, pasadizo clave para el comercio global,
fue un proyecto de EEUU culminado en 1914
fue un proyecto de EEUU culminado en 1914
En ese ordenamiento, a la conversión de nuestra región en factoría financiera-extractivista coadyuva el fomento de antinomias divisorias (progresismo/ conservadurismo) mientras se disputan el control de los recursos. El Plan de Acción del Corredor Bioceánico Vial, que busca conectar Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, promovido por Chile; el Corredor Ferroviario Bioceánico Brasil-Perú que, bajo impulso de China busca unir Brasil con el megapuerto de Chancay (y al cual Bolivia pidió ser incluida en la última cumbre Celac-China); y la disputa entre EEUU-Blackrock (uno de los más grandes FCI) y China por los puertos en Panamá, son algunos ejemplos de esta situación de guerra epocal.
Vampiros globales, larvas locales
En Argentina, los funcionarios a sueldo de estos vampiros globales aprobaron el RIGI y facilitaron el negocio a las “grandes inversiones”. Recientemente se aprobaron proyectos de exploración minera en litio (YPF y empresa israelí) y de GNL en Río Negro (empresas con sede argentina, inglesa, noruega). De por sí, la comercialización del segundo nodo de exportación de alimentos a nivel mundial (Gran Rosario), que significó casi 66 millones de toneladas en 2024 (ver cuadro), es administrada por empresas de distintas nacionalidades a través de sus propios puertos en el Paraná. 
Con este interés, los FCI no pierden el tiempo y mientras preparan las Bases legales para abrirse más mercados -ahora con un nuevo sistema de indemnización por despidos- impusieron el carry trade, negocio de la hora, al cual están invitados los grupos económicos locales. 
Como larvas que buscan crecer, estos últimos empujan su agenda política contra la clase trabajadora para maximizar sus rentas, en un mundo en guerra: los despidos, la presión devaluatoria, la "pisada" de salarios (en comercio con apoyo explícito del gobierno) y los beneficios impositivos (esto maximiza nuestro sacrificio en el logrado "superávit fiscal"). Así, los industriales lograron concesiones para exportar, y el gran empresariado local concentra capital, como Arcor (alimentos, golosinas) y Holcim (construcción). 
Según Forbes, en los últimos 5 años, creció 70% el patrimonio de los 50 más ricos de Argentina. En cambio, cerca de 30 pyme se funden a diario, o los productores yerbateros de Misiones, en conflicto hace tres meses porque deben vender al costo. En 2023/24, $3.657.423 perdió cada trabajador/a del sector público, $1.086.304 cada trabajador/a del sector privado y $2.031.242 cada jubilado/a. Un reciente informe con datos del INDEC mostró que es una tendencia de la última década la pobreza y fragmentación salarial de trabajadores y jubilados. 
Huelga general de 1975 en La Plata
En esta situación, los diversos sectores (estatales, judiciales, prensa, entre otros) presentan batalla exigiendo reincorporaciones, salarios dignos y algo de dignidad, frente a las patronales, el Gobierno y el FMI.
¿Y si lo viejo funciona?
En 1975 el gobierno de Isabel Perón, con Celestino Rodrigo como Ministro de Economía, implementaron un paquete de medidas (devaluación, inflación, intervención en las negociaciones colectivas) que golpearon las condiciones de vida del pueblo trabajador. Fue conocido como el Rodrigazo. La situación derivó en una huelga general de trabajadores por 48hs que llevó a la renuncia de Rodrigo, y de López Rega, por ese entonces "Ministro de Bienestar Social de la Nación". 
Hoy, pese a la evidente transferencia de riquezas a los vampiros globales y las larvas locales, no aparece un plan de lucha unificado, y la democracia parlamentaria cada vez convence menos. A inicios del siglo pasado, en 1945, o en los "azos" fue la lucha y la organización lo que nos permitieron construir una fuerza propia, legitimar nuestras reivindicaciones y dignificar nuestra existencia colectiva. En este panorama, quizás es momento de no buscar alianzas arriba sino al costado, y probar si lo viejo funciona.
 
