Análisis. Las estafas: ponzi, carry trade y FMI
Un reciente informe difundido por Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía (MATE) evidencia que “$3.657.423 es la pérdida promedio acumulada por trabajador/a del sector público en el primer año de Milei; $1.086.304 es la pérdida promedio acumulada por trabajador/a del sector privado y $2.031.242 es la pérdida promedio acumulada de cada jubilado/a, en el mismo lapso.”
Mientras tanto, el debate público gira en torno a la estafa crypto-piramidal promovida por el propio Presidente argentino, Javier Milei. Con ella, en poco tiempo unas 75 mil personas se vieron afectadas por 286 millones de dólares en total, según la propia red blockchain (Solana). Pero este lunes el Presidente negó, en declaraciones televisivas, la posibilidad de que hubiera muchos argentinos que hayan comprado crypto y, por tanto, que hayan sido víctimas de la estafa. Lo mismo afirmó el propio Caputo: "Esto no es nada que haya afectado a la gente aquí localmente, el 99.9 periódico de la gente..." (cuando Eduardo Feinmann se adelantó) "ni los pobres, ni los jubilados, ni la sociedad en general".
En cualquier caso, las autoridades de gobierno y la corporación mediática omiten referirse a las demás estafas que protagonizan, como títere de los grandes grupos económicos.
Volviendo al informe de MATE, sólo el año pasado “$20,8 billones salieron directamente del bolsillo de los asalariados al capital”, y “más de 10 billones de pesos se ‘ahorró’ el Estado Nacional quitando (...) del bolsillo de los jubilados y jubiladas”. Tomando el tipo de cambio oficial establecido por el Ministro de Economía, Luis Caputo, en diciembre de 2023, esos 30 billones de pesos equivalen a unos 28 mil millones de dólares. Cien veces más de los que estuvieron en juego en la estafa del cryptogate. De nuestro bolsillo, ¿a dónde fueron a parar?
Algo explicativas resultan las altas ganancias en dólares obtenidas por los poderosos actores del sistema financiero -fondos de inversión asentados en Manhattan- que decidieron apostar al carry trade de Caputo. A cambio, éste sostuvo un dólar planchado con la dinámica del crawling peg, por debajo de la inflación. La palabra técnica es transferencia de riquezas, en criollo, un choreo bárbaro. Por su parte, la Ley Bases y el RIGI prepararon el terreno para que los diversos instrumentos financieros puedan trocarse por nuestros bienes comunes: bosques, agua, minerales, etc. Como sintetizó el economista Horacio Rovelli: “el gran capital financiero con sede central en Manhattan impone el modelo extractivista amparado en una deuda creciente e imposible de pagar con los recursos corrientes.”
Al difundir el informe de MATE, el medio Resumen Latinoamericano agrega que, con este 2025, comienza una década que “estará marcada por los pagos de deuda al FMI: hasta 2034 está acordado un régimen de pagos por la deuda contraída en 2018 que incluye el pago de aproximadamente 42.000 millones de dólares en concepto de capital, y otros 16.000 millones en concepto de intereses.” Una deuda contraída durante la gestión de Cambiemos, convalidada por el Frente de Todos, y que en nada ha beneficiado a los grandes perdedores del último tiempo: trabajadores y jubilados.
En la patria soberana que necesitamos, las mayorías no pagan con su bolsillo la acumulación privada de los menos, como ilustran las estafas ponzi, del carry trade y la deuda externa. La única forma que tienen de sostener esta estafa es tenernos divididos creyendo en su mundo, donde pocos tienen mucho, donde las apuestas y el "hacer plata" son la única salida individual posible. Es por eso que resulta difícil pensar una salida definitiva a esta situación sin construir una fuerza que permita detener la estafa.